domingo, 28 de noviembre de 2010

¿La música clásica que estimula?

Es bastante conocida la idea de que poner música clásica a los bebés y a los niños de menos de tres años puede incrementar la inteligencia de éstos. A esto se le llama Efecto Mozart. La idea de este efecto surgió por primera vez en 1993 en la universidad de California. Allí, el físico Gordon Shaw y Frances Rauscher, especialista en el estudio del desarrollo cognitivo, ensayaron con unas docenas de estudiantes universitarios los efectos de una audición de música clásica: los primeros 10 minutos de la Sonata en re mayor para piano a cuatro manos, de Mozart.

 

El experimento reflejó una agudización pasajera de la capacidad de reflexión espacial y temporal, verificada por medio de la escala Stanford-Binet (es decir, el clásico test de inteligencia), El problema es que tal efecto sólo duró unos 15 minutos. Y nadie consiguió reproducir los resultados desde entonces.

En 1997, anunciaron haber demostrado científicamente que los estudios de piano y solfeo mejoraban más que las clases de informática el raciocinio lógico y abstracto de los niños. El experimento se hizo con tres grupos seleccionados de jardines de infancia. Los niños del primer grupo recibieron clases particulares de piano o teclado, así como de canto; los del segundo recibieron clases particulares de manejo del ordenador; los del tercer grupo no recibieron ninguna enseñanza especial. En el test de capacidad de raciocinio espacial y temporal, los niños incluidos en el programa de piano o teclado revelaron un rendimiento superior en 34 % al de los demás, estos resultados indicaban que la música estimula funciones cerebrales superiores, las que intervienen en actividades como las matemáticas, el ajedrez o la ciencia.

Desde entonces, es muy fácil encontrar libros que recomienden escuchar música a edades tempranas para ser listo. Música clásica, por supuesto.

Suena fabuloso, ¿verdad? 

Pero en los últimos años cada vez aparecen más publicaciones que retiran el supuesto fundamento científico de estos experimentos. Incluso siguiendo los protocolos, otros experimentos realizados con niños y universitarios no presentan los mismos resultados. Además, Christopher Chabris, psicólogo de la Universidad de Harvard, ha llevado a cabo un análisis exhaustivo sobre el tema, pues resulta que los efectos observados en los experimentos con Mozart también se observaron leyendo a Stephen King o escuchando música pop. Chabris, admite que hay cierto efecto, aunque muy pequeño, y no lo atribuye a la música clásica en sí, sino al estado de excitación jubilosa producido por la audición de música o la lectura de un libro.


Diego Cristancho
CI 17 817 232
E.E.S.

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